
Soñaba y soñaba
cada noche con
él. Se
colaba en sus sueños
sin su permiso, y eso era algo que no soportaba. No lo soportaba porque al
despertar se daba cuenta de lo
irreal que había sido
todo, entonces su
corazón volvía a hacerse añicos
otra vez, pero en el
fondo estaba deseando que
llegara la hora de irse a dormir; se abrazaba a su almohada, y en silencio preguntaba: "¿
A dónde me llevarás hoy?" Y así dormía
tranquila,
sonriendo, hasta que el calor de los primeros rayos de sol se colaban por su ventana,
despertándola...
Y entonces era cuando volvía a odiarle...